Morita Carrillo

Morita Carrillo

OPINARON DE MORITA...

Morita Carrillo, "sus versos son canciones de cuna, hilos de agua dulce, suavidades lunares".




     Desde su andanza inicial en el campo de la creación poética, inclinose Morita Carrrillo al fascinante mundo de los niños.
    Todo en ella parecía responder a las condiciones indispensables para lanzarse a esta clara aventura del espíritu. Y el buen éxito, limpio y fresco, no se hizo esperar. Su alado mensaje, su vocación literaria, su facilidad para interpretar el alma infantil, han recibido el reconocimiento y la cariñosa admiración de sus lectores.
   Igual ha sucedido, cuantas veces se ha presentado con sus poemas ante selectos auditorios, entre los cuales cabría mencionar La Casa del Escritor, alta tribuna de nuestras letras.
   Hasta el propio nombre de esta autora, endulzado por la más débil de las vocales, tiende a provocar la reminiscencia de lo infantil.
    Sus versos son canciones de cuna, hilos de agua dulce, suavidades lunares. Son como la brisa que baja de la verde montaña de su ciudad nativa; esa Nirgua empinada en el orden físico sobre los demás pueblos del valle yaracuyano y admirada por ser en nuestra zona la parcela representante de la poesía femenina.
    Con maternal ternura van fluyendo los versos de Morita como un fresco manantial. Y cuando los oímos en su propia voz, cobran el sencillo y gratísimo sabor que emana de su clara dicción, sabe ella, indudablemente, trasmitir a sus líneas la magia de su personalidad encantadora, seria y dulce a un tiempo.
    Los niños hundidos en la suave estructura de esta poesía no saben llorar. Cantan y ríen en luminosas rondas. Son niños felices. Es como si la autora se resistiera a verlos de otra manera. Es una poesía que juega y corre con los niños. Una compañera al lado de ellos.
    Prueba de este aserto es el "Kindergarten de estrellas", libro de Morita lujosamente editado, donde ni siquiera el niño de los remiendos pone la nota triste gracias a la dosis de buen humos con que termina el poema.
    También realiza Morita Carrillo obra de diferente calidad, de más graves contornos, pero es en el candoroso terreno de los cortos años donde lucen mejor los delgados matices de su sensibilidad.
    El Yaracuy se siente orgulloso de este tierna hija de su suelo, bella alma que, además de alta en el verso, sabe serlo también dentro de los linderos de su culto hogar, donde esposo e hijos alternan con ella entre otras manifestaciones del arte: música y pintura.


JOSÉ PARRA
Prólogo de Poetas Yaracuyanos III. Morita Carrillo
San Felipe, 1969