Morita Carrillo

Morita Carrillo

viernes, 19 de marzo de 2010

MORITA VISTA POR SUS HIJOS

La biografía de mamá se escribe sola, la marca su poesía, la dirige su ingenio, la enaltece su candor, es tan sencilla y pura como su poema de la azucena: “La azucena tan coqueta, se empolvó el cuello con cal y después compró en el campo, el más blanco delantal”.

Morita Carrillo nació en Nirgua, Edo. Yaracuy, Hacienda El Escondido, el 21 de Febrero de 1921. Hija de Tulio Carrillo y Justina Delgado, formó parte de una pequeña y modesta familia conformada por los padres y dos hijas: Josefa y Morita.

Su desarrollo estuvo estrechamente ligado a la naturaleza: el viento conformó sus límites. El cielo dio forma a sus ambiciones, la diversidad definió su imaginación cada vez que cabalgaba un árbol, los olores a tierra orientaron sus rutas diarias y los pájaros, verduras y frutas ayudaron a fraguar su entorno social. Por eso, de niña, se perciben ya sus dotes creativas: escribe y relata historias fantasiosas que hacen reír a los oyentes; y de adulta, su incontenible manantial poético se desbordaba en las situaciones mas cotidianas: “Porque vino el colibrí y ella se encontraba sola, ¡Acudió todo el rubor al rostro de la amapola”

Morita tenía la facultad de escribir cosas simples, para las cosas simples. Cantaba a todo aquello que podía pasar desapercibido con pocas y concisas palabras, quizás por eso homenajeaba a los utensilios: “Mi rastrillo jardinero, vestido a todo color, con sus uñitas de acero arrastra hojas y rumor.” Mientras elaboraba una comida podía improvisar: “La lechuga del huerto se puso una faldita verde y rizada ¡para asistir a la fiesta de las ensaladas!”. Disfrutaba y festejaba la navidad adornando el hogar, pero con la peculiaridad de producir literatura espontáneamente “Bajo el techo de un caney, tan pobre como no hay dos, entre la mula y el buey ¡Ha nacido el niño Dios!

Nunca la vimos sentada en un escritorio, concentrada en escribir. Para mamá engendrar poesía era un don. Su creación desbordaba en ocasiones como un manantial noble, fuerte y fresco que discurría sin obstáculos en medio de un momento de reflexión: “Sal blanco mineral, niña de mina, cieguita de alacena… te pareces un poco a la neblina y un poco a la azucena”. Otras veces emergía como una corriente de agua que cae sobre una roca y se fragmenta en mil goticas: “Igual que la estrella de mañanita, con pasos callados llegó la abuelita”. Después, coronaba el acto con una risa que celebraba sus logros y buscaba su cuadernote escolar, donde con un lápiz de punta roma, anotaba las ideas “para que no se me olviden”.

A los dos años, la pérdida de su padre marcó su destino. A partir de entonces vive en casa de familiares que fuetearon su sensibilidad siempre expuesta y rieron de las características que mas tarde le permitieron marcar huella. Sin embargo se ve obligada a vivir en su pueblo natal hasta los 19 años trabajando como maestra, hasta que un incidente familiar pone al descubierto la fortaleza de su carácter y con un atado de ropa, se va la capital “en busca de mejores aires”.

Al llegar a Caracas decide mantenerse cerca de los niños y del aula, para ello consigue una entrevista en la Escuela Experimental Venezuela, dirigida a la sazón por el Prof. Sabás Olaizola. Compite con varios aspirantes por el cargo de maestra, cuyo requisito fue improvisar una clase. ¡No se podían poner más fácil!. Gana la plaza y trabaja varios años hasta que el matrimonio y la maternidad, la obligan a dejar la escuela.

Poco tiempo después de llegar a Caracas conoció a José Antonio Puche Giardiello (Tony). A los seis meses,en 1944, envuelta en una pasión que duró más de cuarenta años, se casó con él. De ésta unión nacen cuatro hijos: José Antonio, Milagros, Fabiola y Eduardo.

Lectora incansable, Morita fue autodidacta. Estudió en su pueblo hasta sexto grado, lo cual no impidió que hiciera una gira por toda América Latina dando charlas de literatura infantil. Recibió la Orden Andrés Bello en su tercera clase (1962) y fue nombrada hija ilustre del Yaracuy.

Era curioso presenciar en sus recitales la reacción de los oyentes ante su poesía: la gente reía de la ingenuidad y lo sorpresivo de sus versos: “No es coqueta la violeta, escondida se la pasa, con su batica morada y en quehaceres de la casa." Todavía recuerdo: “Porque es chiquitica, así … y tiene una cinturita ¡Parece una muñequita, las cáscara de maní!".

Existen dos bibliotecas públicas con su nombre y una guardería infantil. La crítica literaria la consagró al calificarla como la poetisa venezolana cuya “obra no naufragó entre rimas y diminutivos”. Otros opinan que es la escritora venezolana “que ha sabido comprender el mundo alucinante de los niños” o “que su poesía pareciera escrita por niños”. “Con mi muñeca yo sé bailar. Con mi escobita bailo mejor. Yo creo que a fuerza de practicar ¡Las dos bailamos al mismo son!”

Durante el período que fungió como madre se potenció su prolífica obra creativa. Cada acontecimiento familiar constituía un evento literario. Así fue como escribió a su hija Milagros “Esta regaderita con que yo riego mi jardín, la hicieron de una lámina de zinc… (fragmento)” o escribió al calzado de Fabiola “Zapaticos rojos vamos a correr porque el sol ha abierto su lindo clavel…(fragmento)”. De mismo modo surgió “Yo me siento muy seguro papá cuando estoy contigo, ¡porque tu eres el más grande y bueno de mis amigos!”dirigido a los hijos varones.

Cosechando en la convivencia: labores caseras-obra poética, logra publicar su primer libro de poemas en 1953 “Festival del rocío”. Después de esto, se desata una larga lista de 21 publicaciones. Algunas de ellas son: Cuadernos de Doñana (1954), Escenario para los reyes magos (1955), Jardines del niño Dios (1957), Kindergarten de estrellas (1959), Columpios del Iris (1963), El canto de los días (1964), Once puertas y una estrella (1965),Tilingo (1966), Torres de celofán (1968), Morita Carrillo, Poetas yaracuyanos III (1969), Linterna de Papel (1977), Cancioncillas jardineras (1979), Llave siete colores (1980), La fuente de las voces, Edad de colores (lecturas), Edad de colores , Pre-escolar (1980), Jardín de lectura ( Morita Carrillo y Fabiola Puche, 1981).


Al final de su vida, una larga y cruel enfermedad la postró en cama y la fue aislando del mundo. Morita Carrillo muere en Nirgua el 30 de Septiembre de 1998 rodeada de todos aquellos que la amaron. En sus mentes perdurará la cancioncilla con palmadas que la identificaba: “Pon-tirineta mi mamá con una espiga de canción, abrió una puerta de ilusión y mi hermanito duerme ya…”

Fabiola Puche de Moreno
15 de Marzo de 2010

1 comentario:

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